Ultima Hora, Los Nazis Ganan la Segunda Guerra Mundial

28.11.2015 a las 02:29 hs 1155 0



¿Qué habría pasado si los nazis hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial?


Imaginen esto mis queridos pollodesertores: Un mundo paralelo, donde los sueños "homoeroticos" de algunos 'pseudos neonazis' se hacen realidad, los nazis se dividen Estado Unidos con los japoneses. Claro hablamos de que la bomba atómica nunca cayo en Hiroshima o Alemania ganó a Rusia



¿Cómo sería el mundo si la primera bomba atómica hubiera sido lanzada por el ejército alemán sobre la ciudad de Washington y no por el estadounidense sobre Hiroshima?

Antes de hablarles de la serie "
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" ("El hombre en el castillo", que Amazon acaba de estrenar en su plataforma digital en internet, que tiene como arco esta inquietante premisa, quiero traerles algunos datos recopilados por el Internet donde se explora esta hipotética situación.




Medios alemanes especulan sobre cómo sería el mundo de haber ganado Hitler

Según historiadores rusos, la batalla de Moscú cambió el rumbo de la guerra: mostró al pueblo soviético que era posible resistir al hasta entonces invencible Ejército nazi. Insisten en que este episodio fue clave para la victoria sobre el Tercer Reich tres años y medio después. Especialistas en 'historia ficción', por su parte, coinciden en que si los nazis hubieran logrado llevar el Plan Barbarroja a cabo, el mapamundi hoy en día habría sido completamente diferente.

Cita:

La mayoría coincide en que Hitler fue "un globalista insaciable" con ambiciones conquistadoras ilimitadas. "Conociendo su personalidad, parece claro que no se habría quedado satisfecho con el triunfo sobre la Unión Soviética, habría seguido con más y más invasiones hasta que se enfrentara en una batalla decisiva con EE.UU. por el dominio mundial", decía en su momento el famoso historiador alemán Andreas Hillgruber.





El historiador británico Michael Burleigh, por su parte, detalla que Hitler, probablemente habría instalado 'la capital del mundo' en Alemania, desde donde habría dirigido las guerras alrededor del globo y habría invadido el país con sus famosas fantasías arquitectónicas. Para los años 1970 una amplia red de autopistas 'infinitas' habría conectado una Europa alemana con los territorios ocupados de la península soleada de Crimea en el mar Negro y Siberia. La primera se utilizaría como un balneario, el segundo, como un gran asentamiento de esclavos.



La explicación es muy simple: todos los emigrantes de origen alemán habrían retornado a Europa. Para liberar espacio para que todos estos alemanes vuelvan a su patria, Hitler habría deportado a 31 millones de habitantes de Europa Oriental a Siberia. Mientras la autoproclamada élite disfrutaba de la vida en la 'Riviera' alemana, en Siberia morirían millones de esclavos que trabajarían allí para garantizar su bienestar. Burleigh llegó a semejante conclusión, al restaurar el famoso Generalplan Ost, un plan secreto nazi de genocidio y limpieza étnica elaborado entre los años 1940 y 1942.

Contexto tripolar y Derrumbe de la pureza aria

En este nuevo mundo tripolar, tal vez el escenario descrito por Orwell en su 1984 hubiera sido el más aproximado a lo que hubiese sucedido. Cada bando enfrentado a los otros y encerrado en sí mismo. Un mundo en el que cada bando hubiese gobernado sus áreas con puño de hierro acusando de traidor a todo el que se atreviese a levantar la voz. Algo parecido a lo que pasó en realidad en los peores años de la guerra fría en la órbita norteamericana y sobre todo, en la soviética.



Sin embargo, tampoco los problemas hubieran sido los mismos, al no ser los mismos los vencedores. Por ejemplo, Alemania se hubiese tenido que enfrentar a un problema que sencillamente no existió en 1945 tras la victoria aliada: el mestizaje de la población aria con los pueblos conquistados.



En el frente del Este, y pese a que solo estuvieron cuatro años, decenas de miles de soldados, sobre todo no alemanes –belgas, españoles, rumanos, italianos, búlgaros…- pero también muchísimos alemanes, se mezclaron con la población local, a quienes se negaban a tratar con la brutalidad que recomendaban los jerarcas nazis.

En este escenario de frentes estáticos, con grandes destacamentos fijos y no en movimiento, ya avanzando, ya retorciendo, este contacto hubiese sido aún muy superior. Quién sabe. Tal vez en el este hubiese empezado a derrumbarse el mito de la pureza aria como en Africa se derrumbó el mito occidental y capitalista de los grandes imperios ultramarinos de Francia, Bélgica o el Reino Unido.

Otro gran problema al que se hubiesen tenido que enfrentar los nazis en su área de influencia hubiera sido, sin duda, los efectos del nacionalismo exacerbado inherente a su ideología. Al contrario que en el bloque soviético o capitalista, los “aliados” de los nazis, tarde o temprano, hubiesen terminado por enfrentarse entre ellos por tierras en disputa. Ya en 1940 rumanos y húngaros estuvieron a punto de ir a la guerra dentro de la guerra por la Transilvania.




Sin embargo, aceptar el patronazgo nazi alemán ya hubiese sido otro cantar. Sublevaciones como las que hubieron de soportar los soviéticos en Praga o Budapest hubiesen podido ser más corrientes en el área germana. Eso sin contar que el fascismo legitimaba la violencia como una forma de acción política, con lo que los levantamientos nacionales hubieran sido vistos como algo normal.

Crisis económica y Resistencia y ataque

Y aún con este clima de inestabilidad política, el peor frente al que se hubiesen enfrentado los nazis, se cree, hubiera sido el económico. La economía nazi estaba rígidamente planificada, no tanto como la soviética, pero sí mucho. Además, la mano de obra barata, sino esclava, proveniente del Este, necesaria durante la guerra, hubiese terminado por hundir a la economía de la paz.

Ni siquiera una guerra continúa contra los soviéticos, me temo, hubiese mantenido atados a sus aliados y fuerte a su economía. En un mundo sin competencia, con la mano de obra barata y el mercado europeo como única salida, la economía alemana hubiera acabado fundiéndose, como se derrumbó la comunista.




"The Man in the High Castle" ("El hombre en el castillo"

¿Qué hubiera pasado si los aliados perdían la Segunda Guerra Mundial? Esa es la pregunta que se hizo el escritor Philip K. Dick y cuya respuesta derivó en una ucronía plasmada en su novela de 1962: 'El hombre en el castillo' (The Man in the High Castle, en inglés)

Una ucronía consiste en jugar con situaciones históricas que jamás sucedieron. Nos situamos entonces en un planeta Tierra dominado por dos súper potencias: Alemania y Japón. Un mundo donde Hitler, en lugar de suicidarse en su Bunker, sufre una parálisis cerebral que acaba con él.

Cita:

"… El viejo Adolf, de quien se decía que estaba en algún sanatorio, viviendo los últimos años de su vida en una parálisis senil. Sífilis del cerebro, adquirida en los días en que, era un vagabundo en Viena... un vagabundo de gabán negro y largo, ropa interior sucia, y casas en ruinas…"



Un lugar donde los africanos fueron utilizados para alimentar al pueblo alemán, y sus restos en las industrias.

Cita:

"… Pero para eliminar a los norteamericanos aborígenes se había tardado casi doscientos años, y los alemanes lo habían logrado casi en quince años en África…"



Desde la guerra han pasado ya 17 años, Estados Unidos se encuentra repartido entre estos dos países, que a la vez se encuentran librando una guerra fría entre ellos. Una unión de estados independientes resiste añorando que las cosas vuelvan a ser como antes. Por encima de todo eso, el fantasma de una sociedad pasada aúlla por intermedio de reliquias: objetos pertenecientes a un pueblo de antaño que la gente comercia.



Lo más extraño de la historia es un libro titulado "La langosta se ha posado" que genera una ucronía dentro de otra. Éste postula una realidad alternativa en la cual son los aliados quienes realmente ganan la guerra y no las fuerzas del eje.




El autor de esta historia es más conocido por haber escrito ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, una novela que luego se convertiría en el film Blade Runner. La inclusión del I Ching en la historia no es un dato menor, así como también la decisión de usarlo y consultarlo para decidir el rumbo de la misma. Se trata de un libro oracular de origen chino que puede leerse de principio a fin o bien hacerle preguntas por medio de monedas. Estudiosos de la sincronicidad como Carl Jung pusieron su atención en él.

El salto a la televisión

Con el director británico Ridley Scott como productor ejecutivo, la serie está basada en el libro del mismo título del conocido escritor de ciencia ficción Philip K. Dick.



La acción transcurre en un San Francisco controlado por las tropas japonesas y un tenebroso Nueva York dominado por los símbolos nazis como el águila imperial o la esvástica, que sustituye en la bandera estadounidense a las estrellas que representan a los antiguos estados confederados.

En el centro de la trama se sitúa unos rollos de película que contienen imágenes de una historia alternativa en la que las tropas aliadas derrotan a los nazis, los que son guardados con celo por los miembros de la resistencia, obligados a vivir en la clandestinidad.

La serie ha sido bien recibida por la crítica y por los espectadores, que han sido los que han hecho que se haya acabado estrenado.

Amazon tiene la costumbre de rodar episodios piloto de series para que sea el público el que decida cuáles se han de convertir en series completas.

En el caso de "The Man in the High Castle", su episodio piloto fue el que mejor valoración tuvo en la historia de la plataforma digital de Amazon.





Publicidad polémica

Los creadores de la serie reconocen que el eran conscientes de que el argumento de "The Man in the High Castle" podía herir sensibilidades y llegar a ser considerado ofensivo por algunos.



Y prueba de que la idea de unos Estados Unidos bajo control nazi no es del agrado de todo el mundo fue la reacción que causó la publicidad de la serie que Amazon colocó hace unos días en el metro de Nueva York.

Llenaron unos vagones de la línea que une la estación de Grand Central con Times Square con símbolos como el águila imperial de la Alemania nazi o el sol naciente japonés.

La Autoridad Metropolitana del Transporte decidió retirar los anuncios tras recibir numerosas quejas de pasajeros y de organizaciones como la Liga Antidifamación.

Incluso se mostraron contrarios a la publicidad el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, y el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo.



Si llegaste hasta acá, gracias por leer este post, por otro lado te dejo el
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con el PDF del libro de Philip K. Dick y sobre todo mucho mucho amor para vos





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