muertes tontas de la historia

22.08.2014 a las 19:28 hs 941 1

¿Cómo te gustaría morir? No es un tema en el que le guste pensar a muchos, sin embargo, que sea de una manera digna es esencial.

Pero bueno, las cosas no siempre son como queremos y a veces se pueden tornar algo irónicas y hasta vergonzosas. Pero aquí el ejemplo…



Arnold Bennett

Bien dicho está que el que se ensalza termina humillado, y para éste soberbio novelista significó la muerte. Mientras se difundía que el agua de París estaba contaminada por tifus, Bennet juzgó de incultos a todos y decidió demostrarles que estaban equivocados. A los pocos días murió de tifus.

Papa Adriano IV

En boca cerrada no entran moscas, lástima que el Papa no alcanzo a cerrarla y se atraganto con la mosca que se atoró en su garganta. Murió de asfixia sin que nadie pudiera hacer algo por él.

Tycho Brahe

Por finulis terminó colgando los tenis y es que resulta que el famoso astrónomo del siglo XVI falleció, según explica Muy Interesante, por no orinar después de beber en exceso durante una cena. Aunque se cree que por no levantarse y hacer el feo, se aguantó, sufrió daños graves en la vejiga y poco después falleció, una exhumación reveló que sus huesos y cabellos tenían una gran concentración de mercurio, dejando la opción de que haya sido por envenenamiento.

Enrique I de Castilla

Ni el trono alcanzó a tocar, cuando a sus 13 años una piedra le quitó la vida durante un juego con sus amigos.

Arquímedes

Por regañón le quitaron la vida, este científico de la antigua Grecia, fastidió tanto a un soldado con sus reprimendas, que este en un arrebato de cólera lo atravesó con la espada.

Jean Baptiste Lully

Bien entrado en su papel murió por las heridas que le causó la barra de hierro con la que marcaba el compás en la orquesta. Para ser más específicos, la gangrena que invadió sus heridas fue lo que terminó matándolo.

Isadora Duncan[/b]

Llena de glamour y estilo subió a su coche, pero se le olvido sujetar su bufanda, se le enredó en la rueda y fue su fin. Horrible muerte para la gran bailarina estadounidense.

Allan Pinkerton

Fue el pionero en el negocio de las agencias de detectives pero no creas que murió a manos de un asesino mientras investigaba un caso, su muerte fue más simple y algo tonta, resbaló mientras caminaba. No murió del golpe, más bien fue la gangrena que lo invadió después de morder su lengua fuertemente tras haber caído.

Maximiliano de Austria

Muy sano, gustaba de comer mucha fruta, lamentablemente hasta lo bueno en exceso hace mal. En el caso del emperador germánico romano, se emocionó comiendo melón y murió por una fuerte indigestión.

Alejandro I de Grecia

Rabioso, así se le podría decir y no por enojón, sino por la rabia que le pasó un mono que tenía de mascota. La infección terminó robándole la vida a este rey.

Agatocles

Este “tirano de Siracusa” murió por quererse sacar la comida de entre los dientes, y es que se atragantó al utilizar un palillo y falleció.

Francis Bacon

La curiosidad mató al gato y también a este célebre filósofo, abogado y escritor. Intentó comprobar si el frío era bueno para conservar los alimentos. Salió a enterrar un pollo crudo pero en el proceso pesco una neumonía, el final pues ya lo saben.


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