Hugh Glass es "El Renacido" verdadero

26.02.2016 a las 13:46 hs 1063 0

Hugh Glass es "El Renacido" verdadero


Hugh Glass es "El Renacido" verdadero - Últimamente se ha estrenado la película “El renacido“, protagonizada por L. DiCaprio y dirigida por A. G. Iñárritu. La historia de Hugh Glass ya fue llevada al cine, en los años setenta, Richard Harris dio vida a Hugh Glass en la película “El hombre de una tierra salvaje“. Las dos películas tienen de fondo una historia real, la de Hugh Glass.



“El Renacido”
Pocas referencias hay sobre la data y sitio preciso de su nacimiento, su niñez, sus padres o su familia. Se piensa que nació en Pensilvania en torno por año mil setecientos setenta y nueve, mas su pasado no está tan bien documentado como las expediciones que efectuó durante su vida. Todo cuanto se halla sobre el pasado de Glass son vagas referencias que no se pueden aseverar al 100 por ciento , a modo de ejemplo se sabe que formó una parte de la tripulación del corsario Jean Lafitte. Lo que queda clarísimo es que fue un hábil explorador, trampero, mercader de pieles, un “hombre de frontera” de la temporada, puesto que en esos años dicho negocio en el “Nuevo Mundo” estaba en plena expansión en frente de los rusos que ya estaban en Alaska.



La épica proeza de Hugh Glass empieza en mil ochocientos veintidos tras ver un anuncio en la Missouri Gazette and Public Adviser de San L., en el que se leía:

Cita:


Se procuran jóvenes emprendedores para ascender el río Missouri hasta su nacimiento, donde van a ser empleados por uno, 2 o bien 3 años.





El anuncio lo había puesto el general William Henry Ashley para reclutar a los hombres que le acompañarían en la expedición a las salvajes tierras del nordoeste de E.U.. Como era de aguardar de un anuncio sin letra pequeña, la realidad superó a las esperanzas de muchos de los hombres que se alistaron en tal expedición… y es que al hecho de ir a un lugar ignoto se le sumaban otros riesgos, como la dureza del tiempo y la hostilidad de las tribus indias de la zona, sobre todo los arikaras. A todos esos hombres que se alistaron se les conoció con el nombre de “Ashley’s Hundred” (los 100 de Ashley) . Entre esos hombres estaban el joven Jim Bridger, John Fitzgerald y el propio Hugh Glass. Un año después, la expedición del general Ashley se hallaba no lejísimos del río Grand, en Perkins (Dakota del Sur), y Hugh Glass había salido a apresar sin compañía alguna. A lo largo del transcurso del día, Glass se encontró con unos oseznos… y su protectora madre. Sin tiempo siquiera a apuntar con su fusil, la violenta osa atacó a Glass dándole golpes, zarpazos, mordiscos… Glass se defendió como pudo hasta el momento en que llegaron 2 de sus compañeros de la expedición, John Fitzgerald y Jim Bridger, que le asistieron a matar a la osa –
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A pesar de que mataron a la osa, Hugh Glass quedó maltrecho, cojo y con numerosas heridas repartidas por todo el cuerpo, sobre todo en la espalda. El general Ashley estaba persuadido de que en semejante estado Glass no subsistiría un buen tiempo, con lo que decidió dejarlo atrás al lado de los 2 compañeros que le salvaron de la osa, Fitzgerald y Bridger, a fin de que le acompañaran hasta el instante de su muerte y le dieran cristiana sepultura. A la espera de su último suspiro, decidieron iniciar a cavar el sepulcro, mas la situación se complicó para Fitzgerald y Bridger cuando encontraron un conjunto de arikara por la zona. Conque, pensando que a Glass apenas le quedaba tiempo y que los arikara podían entregar con ellos, decidieron no aguardar más y se fueron. Cuando los 2 hombres alcanzaron al general Ashley, notificaron que Glass había fallecido y que lo habían sepultado.


Glass recuperó el conocimiento y el panorama que se halló fue desolador: solo, sin armas, sin comida, malherido… y a más de trescientos quilómetros del fuerte Kiowa. Para eludir la noma, se puso sobre ciertas heridas vermes que halló en restos podridos a fin de que se comiesen la carne necrosada, y para las heridas sangrantes optó por el doloroso y peligroso procedimiento de la cauterización con la pólvora que le quedaba. Arrastrándose, Glass decidió no continuar cerca del río Grand, en tanto que con los arikaras por la zona habrían dado con él de manera fácil. Conque se arrastró a lo largo de múltiples semanas hasta el río Cheyenne, al sur del río Grand, donde preparó como pudo una tosca balsa con leños y ramas. A lo largo del tiempo que continuó solo, se nutrió de raíces, bayas y restos de animales fallecidos que dejaban los buitres. Por último, se piensa que fue encontrado por unos indios pawnee no lejísimos del río Cheyenne y le asistieron a sanar las heridas de la espalda. En mejores condiciones que cuando fue descuidado, Hugh Glass marchó el recorrido que le quedaba hasta el fuerte Kiowa.



Tras llegar al fuerte y tras una larga rehabilitación, decidió hallar y vengarse de los 2 “compañeros” que le abandonaron a su suerte. A Jim Bridger no le hizo nada a raíz de su juventud (años después, Bridger sería una historia de leyenda del Oeste) y a John Fitzgerald… aun menos pues se había alistado en el ejército y matar a un soldado estadounidense estaba penado con la muerte. Eso sí, Glass encontró a Fitzgerald y le forzó a devolverle su fusil.

La historia de Glass semeja tomarse un respiro, hasta el momento en que, de nuevo bajo el mando del general Ashley, es mandado junto otros hombres a explorar los territorios por donde transcurren los ríos Powder, Platte y Laramie… y donde asimismo debieron vérselas con los arikaras. A absolutamente nadie extrañará, en vista de esto, que fueron los arikaras lo que terminaron con la vida de Glass en mil ochocientos treinta y tres, cuando tras ser nombrado cazador del fuerte Unión encabezada una travesía por el río Yellowstone. Conforme cuenta la historia de leyenda, poco tras la muerte de Hugh Glass, los arikara procuraron hacerse pasar por “nativos amistosos” al servicio de una compañía tramperos. No obstante, a entre los tramperos de la compañía le llamó la atención un fusil que portaba entre los indios… era el de Glass. Los tramperos se tomaron la justicia por su mano y vengaron la muerte de Hugh Glass.



Tomado de: Historias de la Historia por Javier Sanz
Colaboración de Pedro Sanmartín
Fuentes e imágenes: 
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